-HISPANIA ROMANA-
GLADIATURA EN ITÁLICA VIVA
19 de Octubre de 2.014.
A la derecha de la entrada una estancia, la del templum de Caelestis-Nemesis, y a su frente, aun hoy resulta impresionante, lo primero que alcanzaban a ver los gladiadores al entrar en la arena por la citada porta triunphalis ( o de la vida, pues por ella regresaban de salir airosos del combate) era la porta libitinensis (nombre derivado de la diosa Libitina, diosa de la muerte), situada en el extremo opuesto, puerta por donde debían ser arrastrados tanto aquellos hombres como vestías que morían en la arena.
El anfiteatro de Itálica, fundado en época de Adriano, fue construido aprovechando una vaguada para el asiento de sus gradas. Se encontraba fuera de las murallas de la “ nova urbs” y pudo albergar, en sus buenos momentos, con sus tres graderios (ima, media y summa cavea), unos 25.000 espectadores.
Hoy el “opus caementicium”, despojado de mas adorno, solo nos permite imaginar la grandeza del edificio cuando su podio y balaustrada se encontraban cubiertas por mármol y en su parte mas elevada tremolaba por el viento un gran toldo que protegía del sol a los espectadores.
En tal magnífico escenario, la asociación Hispania Romana, con la colaboración de la I Vernácula tuvo el placer de recrear un munus (combate gladiatorio)
Partió la pompa gladiatorio (lo que hoy llamaríamos procesión) con el editor precedido por lictores, y seguido por esclavos portando la palma del triunfo y armamento gladiatorio, y tras estos los propios combatientes. Entrando la comitiva por el este, por lo que fue la puerta triunphalis, llegamos a la arena abierta longitudinalmente por lo que fue la "fossa bestiaria" aquella donde, en otro tiempo, se escondía el material de atrezo, las jaulas y animales destinados a las venationes.
A la derecha de la entrada una estancia, la del templum de Caelestis-Nemesis, y a su frente, aun hoy resulta impresionante, lo primero que alcanzaban a ver los gladiadores al entrar en la arena por la citada porta triunphalis ( o de la vida, pues por ella regresaban de salir airosos del combate) era la porta libitinensis (nombre derivado de la diosa Libitina, diosa de la muerte), situada en el extremo opuesto, puerta por donde debían ser arrastrados tanto aquellos hombres como vestías que morían en la arena.